En odontología, pero sobre todo en odontopediatría tenemos que trabajar con la máxima seguridad para el paciente, sus padres y el profesional.
Siempre que realizamos un tratamiento conservador en un diente (empaste, corona, endodoncia…) empleamos el dique de goma. Este aditamento es como “un impermeable” que aisla la muela permitiendo una mejor visión y hace de barrera entre las vías aéreas y el dentista. Minimizando el riesgo de contaminación, aspiración de sustancias y aportando una mayor seguridad a nuestros tratamientos infantiles.
La mejor forma que tenemos de trabajar en la boca de nuestros pacientes es asegurándonos de que no van a experimentar dolor mientras realizamos un tratamiento dental. Por ello, siempre que sea necesario, anestesiamos localmente los dientes a tratar. La sensación de la aguja no es agradable. Por ello siempre aplicamos una anestesia tópica con sabor a cereza para minimizar las molestias. Así podemos garantizar a los pacientes y a sus padres que trabajamos con “dolor 0”.
Tras la intervención, la zona del paciente queda dormida. Es importante que los padres vigiléis a los pequeños para que no se muerdan el papo tras la cita. Pueden producirse heridas molestas por el mordisqueo de la mucosa.
Mediante una mascarilla nasal administramos una mezcla de óxido nitroso y oxigeno al paciente que reduce la ansiedad, el estrés y proporciona analgesia. Especialmente recomendado para los pacientes más nerviosos, esta técnica permite realizar el tratamiento dental de una forma más relajada y más segura para el paciente.
La sedación inhalatoria es una técnica muy segura, apta para casi todos los públicos. Y permite estar consciente durante todo el tratamiento. Igualmente, se debe colocar anestesia local en el tratamiento a realizar.
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